
02-3-07 Bikini, Barcelona
por Raúl Ruiz Gámez - IndyRock (Crónica y foto)
Es archiconocido el dicho de los viejos rockeros nunca mueren, pero no cierto. Todos morimos, es ley de vida, aunque siempre perdura la esencia y, con ella, los recuerdos. Lo curioso es que actualmente nos encontramos en una época donde los recuerdos no hacen más que volver agazapados bajo la sombra de los grupos que han ido forjando nuestra memoria musical. El problema reside en que, pese al silencio temporal de estos músicos, la tierra ha continuado con su movimiento continuo de translación, y eso, para algunos, se ha convertido en el peor de sus críticos. Aun así existen excepciones que confirman la regla. Este es el caso de La Guardia.
El primer viernes de marzo tuve la oportunidad de asistir al concierto de presentación de su nuevo álbum, Sobre Ruedas, en la sala Bikini de Barcelona. Poco antes del evento, el local ya albergaba una considerable cantidad de masa humana de intereses diversos; aquella era una macedonia formada por fieles, rockeros, nostálgicos, curiosos e incondicionales del pop-rock estatal. Lo que se dice un lleno, vaya. Con un recibimiento así, y tal como están estos tiempos de triunfitos y reggaetones, he de suponer que el (a)salto al escenario se les hizo mucho más sencillo. Reconozco que yo fui de los que se sorprendieron al verles de nuevo en su marco musical; los años han pasado, cierto, pero los hombres que comenzaron a tocar para nosotros todavía rezumaban juventud y frescura. La vitalidad tampoco les ha abandonado, y así lo dejaron patente durante toda su actuación. En su caso, muchos otros grupos se habrían dedicado a presentar algunos de sus temas nuevos, para desaparecer del escenario piesparaqueosquiero en menos de treinta minutos. Cumplir y marchar, que la cosa se trata de vender el disco, ¡no te digo! Pero para estos rockeros de acento granadino, aquel se convirtió en un Concierto con mayúsculas. Agradecidos por el calor mostrado en todo momento por los que allá acudimos (perdón por esquivar la modestia colectiva), Manuel España y sus compañeros se volcaron en todo momento con el público, respetando con profesionalidad y entrega las necesidades musicales del respetable. Qué había que tocar Mil Calles Llevan hacia ti, pues se tocaba; qué había que repetir alguno de los nuevos temas para que la gente comenzara a quedarse con la letra, pues se repetía (como sucedió con Lolita y Un Día Redondo); qué había que realizar, no ya un bis, sino un tris de Cuando Brille el Sol, pues se realizaba. Y la gente encantada, oye, como loca. Pese a no ensayar mucho, tal como dijo Manuel sobre el escenario, lo cierto es que sonaban como antaño. Incluso la voz parecía no haber sufrido el deterioro correspondiente de la edad ni los, más que posibles, excesos.
No fue un concierto de presentación al uso, en absoluto. Tampoco se trató de un revival para generaciones melancólicas. Lo que La Guardia ofreció en Bikini fue un buen concierto, donde música y espectáculo se entrelazaron sobre al escenario al ritmo del rock’n’roll más sincero.
Tampoco faltaron las sorpresas, como la aparición sobre el escenario del cantante de La Caja de Pandora, ni las menciones especiales a reconocidos colaboradores del disco como Jaime Urrutia y Johnny “Burning” Cifuentes.
Al final supo a poco. Y eso que prolongaron su actuación mucho más de lo programado; pero aun así nos quedamos con el estomago medio vació y las palmas de las manos doloridas. La Guardia ha vuelto y, aunque ya han llovido unos años desde que comenzaron su andadura bajo la supervisión del Cardenal Richelieu, sus temas mantienen esa lozanía tan propia de los clásicos.
Como dije al principio, los viejos rockeros también acaban muriendo, pero gracias a su legado musical pueden llegar a convertirse en leyenda. Nos vemos en la Nacional II, chicos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario